En este artículo hablamos sobre el sentido de la vista. Más concretamente sobre cómo vemos, que es ver, qué se entiende por ver bien y cómo lo que vemos llega a nuestro cerebro para que éste pueda tomar las decisiones o acciones que nosotros queremos con total precisión.

La vista

Qué es ver bien

El concepto de “ver bien” es muy ambiguo, como tantas cosas en la vida, o si lo preferís, es un concepto que se presta a diversas interpretaciones. En esta línea podemos ir desde conseguir ver bien unos objetos, letras por ejemplo, de un determinado tamaño a una determinada distancia (agudeza visual), hasta ver lo suficiente para satisfacer nuestras necesidades. Es decir, nos movemos desde la objetividad externa a la subjetividad interna, todas válidas os lo aseguramos.

Es cierto que la sociedad nos pide una cierta objetividad. Para conducir no basta con decir que pensamos que vemos bien, hay que establecer unos mínimos que garanticen que todos los que conducen tienen, por lo menos, una “cantidad” de visión que sabemos posibilitará una conducción segura. El problema viene cuando queremos definir qué significa ver y más difícil todavía, cómo medimos la vista.

Qué se entiende por ver bien

Seguro que algunos dirán: ver es percibir, detectar y reconocer objetos del mundo exterior y, medir la vista es establecer una escala que detecte objetivamente esa habilidad perceptiva, tal como hacemos en nuestras consultas cuando evaluamos la visión, haciendo leer a los pacientes una serie de letras en los optotipos especialmente diseñados para este fin. Pues permitirnos que os digamos que nada más lejos de la realidad.

Medir la vista

La vista es algo mucho más complejo que la simple capacidad de detectar algo y eso nos complica mucho el establecer métodos de medida.

Con la forma de medir la visión en las consultas, solo estamos evaluando la cantidad de agudeza visual angular estática, en condiciones que nada tienen que ver con la vida real. No solemos medir la sensibilidad al contraste, visión cromática, escotópica y fotópica con deslumbramiento y mucho menos la visión con movimiento o visión dinámica, es decir, registramos tan solo una pequeña parte de lo que realmente es la visión.

Qué es la vista

Lo más significativo que tenemos en este momento sobre la visión, es que se trata de algo muy dinámico. Podemos decir que la visión en el ser humano está en las antípodas de lo que puede ser un telescopio (utilizamos este ejemplo porque se ha empleado en repetidas ocasiones para explicar fenómenos visuales).

Un telescopio es un sistema óptico que capta una información y nada más, mientras que la visión supone muchas más cosas. La visión es un proceso en el que un sistema óptico capta información que debe llegar al cerebro y ser interpretada. Es decir, ya nos estamos saliendo del órgano visual por excelencia, el ojo, pero lo más increíble de esto y ahí viene lo nuevo de la neurofisiología de la visión, es que el cerebro controla la forma que tiene el ojo de captar información. Se produce un mecanismo de ida y vuelta perfectamente equilibrado. Lo veréis mejor con un ejemplo:

Si yo salgo al bosque a buscar setas, robellones, asumiendo que sé lo que son porque he tenido una experiencia previa sobre ellos, mi cerebro controla mi mecanismo perceptivo visual, haciéndome más sensible a todo lo que se relaciona con esta actividad. Es decir, muy probablemente no veré, no seré consciente, de detalles como una mariposa, irregularidades del camino, señalizaciones, etc, que no tengan que ver con la acción de buscar setas. No obstante, sí percibiré el tipo de árbol, la maleza, grado de humedad del entorno, etc, que sí tienen relación con esta actividad.

El cerebro está modulando lo que quiere y lo que no quiere ver.

Cómo y para qué vemos

Vemos para actuar. El concepto de ver es algo dinámico y siempre relacionado con la acción. Si quiero beber agua, entro en la cocina y miro a mi alrededor buscando un vaso y la jarra del agua y cuando los tengo localizados, mediante un plan mental de situación, las estructuras cerebrales guiadas por la visión, por este mapa, envían señales motoras a mi brazo y mi mano para alcanzar la jarra con un movimiento preciso y verter el agua en el vaso, ajustando la motricidad fina para que no caiga nada fuera y parando cuando los ojos me dicen que ya está lleno el vaso. En este caso se ha producido un proceso visumotor muy complejo donde han intervenido muchos elementos para poder ejecutar una acción. La vista está englobada en un “todo”, donde se establecen interrelaciones con requerimientos diferentes de cada elemento según cada situación o cada acción.

La visión no es simplemente percibir simples detalles de la escena, del mundo que nos rodea, hay más cosas. Vemos para actuar y en esa actuación, la visión se acopla a todo el conjunto de elementos que participan en cada acción, lo cual nos lleva a entender la visión como algo variable, no es algo definido y constante, veo tanto o cuanto, no es así, cada acción tiene unos requisitos visuales que son muy diferentes en cada caso.

Factores que afectan a la vista

La atención

Vamos a complicarlo un poco más. Ante una misma tarea, con unas condiciones de nuestro sistema visual parecidas, nos podemos encontrar que un día somos capaces de realizarla correctamente, de ver lo necesario para ejecutar esa tarea y en cambio, otro día no somos capaces de ver lo suficiente para poder llevar a cabo esa tarea. Qué ha pasado. Muy sencillo, seguramente han intervenido otros factores que no solemos tener en consideración, por ejemplo la atención.

Si juego a tenis, y el nivel es bueno, al intentar devolver un saque, si la pelota va a mas de 100 Km/h, si estoy atento, es probable que vea lo suficiente para poder contestar pero, si no estoy atento, no la contestaré, tendré la sensación de que no la he visto.

Lo que cambia en los dos casos es que mi nivel atentivo hace que perciba mejor o peor, algo totalmente ajeno a los mecanismos, teóricamente, visuales. Si leo un texto en un idioma que me es familiar, seguramente necesitaré unos requisitos visuales inferiores a que si leo un texto en un idioma que no me es tan habitual. En el primer caso el cerebro construye la palabra sin necesidad de que la lea entera, mientras que en el segundo caso debo leer toda la palabra, fijarme en cada letra para diferenciarlas, lo que implica unos requisitos muy superiores.

El estrés y el cansancio

Esta situación de visión variable la vemos también bajo el estrés, el cansancio o según el estado de ánimo. Cuando estamos bajos de moral, todas nuestras capacidades receptivas y entre ellas la percepción visual, se reducen, por eso hay épocas que parece que vemos menos, y es cierto. Lo que pasa es que la causa no es ninguna enfermedad ni deterioro orgánico del sistema visual, simplemente que ese acoplamiento de la vista con otros elementos a la hora de ejecutar determinadas acciones se irá mermado. Esto lo vemos muy frecuentemente en nuestra actividad clínica. Acuden pacientes que refieren pérdida de visión y lo notan en tareas específicas que les es fácil de comparar, como leer o conducir.

Estos pacientes cuando los exploramos, comprobamos que todo está bien e incluso el nivel de agudeza visual es normal o similar a la que tenían en revisiones anteriores. Lo que ha ocurrido es que por factores como el cansancio, estrés o depresión, las capacidades perceptivas, en este caso visuales, han disminuido. Vemos menos y eso nos afecta, pensamos que realmente está pasando algo malo en nuestros ojos, creándose un circulo vicioso que nos lleva a incrementar el nivel de ansiedad y a ver todavía peor.

Es importante que el oftalmólogo sepa ver esta situación ya que no se trata con medicamentos convencionales o cirugía, requiere que sea un médico, si nos permitís, como los de antes, un médico un poco psicólogo.

Cómo funciona la vista

La visión es un mecanismo mixto en el que se recoge información del medio externo, del escenario que nos rodea, una información sesgada por la actividad y el estado atentivo de nuestro cerebro, una información que llega al cerebro y este la reconstruye y la interpreta, utilizándola según los requisitos de aquello que estamos realizando, conduciendo, leyendo, etc.

Se admite que el 70% del tiempo que estamos viendo, que funcionamos mediante estímulos visuales, el nivel de “capacidad visual” que requiere nuestro cerebro, es equivalente a una décima parte de lo que consideramos una vista del cien por cien, sí habéis leído bien, tan solo una décima parte, incluso conduciendo. Esto se debe a que el cerebro reconstruye la información que le mandan los ojos. Si estoy conduciendo y viene un camión en sentido contrario, no necesito analizar todos los detalles de ese camión, solo necesito ver la estructura general para saber que se trata de un camión y, si bien es cierto que nos podemos equivocar, en la mayoría de casos acertamos. Esto se debe a que esa detección rápida, requiere menos tiempo y menos gasto de energía, básico en muchas situaciones de la vida diaria. En este ejemplo, si quiero hacer un adelantamiento, necesito decidir muy rápido, no puede entretenerme en analizar todos los detalles de lo que tengo delante para ver que hago, podría tener un accidente.

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Hablamos sobre el sentido de la vista. El ver, cómo vemos y cómo aquello que vemos lo interpreta el cerebro para realizar los actos que deseamos hacer.
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