Nuestro cerebro es básicamente emocional. En los últimos años hemos ido aprendiendo que las emociones marcan la mayor parte de las actividades cerebrales, la toma de decisiones, intelectivas y del aprendizaje. El inconsciente emocional marca nuestro devenir. 

emociones cognitivas

Emociones y cognición

Que las emociones afectan a la cognición es algo evidente, quién no ha tenido la sensación de bloqueo ante una momento de enfado, “estoy tan cabreda…., que no puedo pensar con claridad”. Lo sorprendente es que hasta hace relativamente poco tiempo no se haya investigado esta asociación.

Los estudios de neuroimagen han puesto de manifiesto que las emociones se localizan en el cerebro en un área muy precisa, la amígdala, situada en el lóbulo temporal medial, justo delante del hipocampo, estableciendo aferencias y eferencias con él (consolidación de memoria) y con áreas frontales, lo cual sugiere que las emociones y la cognición son interdependientes. 

Existen muchas definiciones sobre el término emoción, en nuestro caso la entenderemos como un episodio relativamente breve de respuestas sincronizadas, las cuales pueden incluir respuestas corporales, expresiones faciales y respuestas subjetivas, que indican la valoración significativa de un acontecimiento interno o externo. El término emoción no hay que confundirlo con el “estado de ánimo”, que se refiere a un estado afectivo difuso percibido como un cambio en los sentimientos subjetivos. Estos cambios son de poca intensidad pero más duraderos que las emociones y se dan incluso sin causa aparente. 

Charles Darwin en “Sobre el origen de las especies” (1859), fue uno de los primeros en señalar que existe un número limitado de emociones humanas básicas y universales. Darwin supuso que esto se debía a una experiencia emocional común. Paul Ekman, un año después, describió seis expresiones básicas de emociones: ira, repugnancia, miedo, alegría, tristeza y sorpresa. Cada una de estas expresiones se caracteriza por un subconjunto de movimientos de los músculos faciales, con una habilidad que parece adquirirse de forma innata, tanto para realizarlos como para reconocerlos. 

Clasificación bidimensional de las emociones

“Arousal” es el término global para referirse a los cambios corporales que ocurren en la emoción, como la frecuencia cardiaca, traspiración, y liberación de hormonas del estrés en respuesta a un estímulo.

Dimensión y valor de las emociones

El arousal hace referencia tanto a la intensidad de la respuesta a un estímulo como a su activación. Lo que cuenta es la movilización de los recursos y es lo que denominamos “dimensión de una emoción”. En el estudio de las emociones entraría otro concepto, el “valor de la emoción”, que se refiere a si la experiencia resulta agradable o desagradable.

Con estos elementos se puede trazar un mapa de las emociones, tal como hicieron Barret y Russell (1980), definidos bajo dos ejes, dimensión y valor.

emocion y cognicion Barret Russell

El enfoque bidimensional se apoya en los hallazgos de neuroimagen, que demuestran que la dimensión y el valor de las emoicones pueden tener distinta representación en el cerebro. Si se presenta un olor, la amígdala responde principalmente a la intensidad de este olor y lo hace independiente de que resulte agradable o no. Cuando la respuesta es de agrado, se registra actividad en la corteza orbitofrontal medial (COFM) y cuando la respuesta es desagradable, se activa la corteza orbitofrontal lateral (COFL), ambas respuestas independientes a la intensidad del estímulo. 

Aproximación y retirada de las emociones

Otra forma de clasificar las emociones, con cierto interés clínico, sería según su carácter de “aproximación o retirada”.

La alegría, la sorpresa y la ira se consideran emociones de aproximación, mientras que el miedo el desagrado y la tristeza serían de retirada o alejamiento.

Los estudios con EEG en condiciones de reposo, mostraron que en las emociones de aproximación se activaban las regiones frontales anteriores izquierdas, mientras que cuando en un individuo predominan las emociones de retirada, se activa con mayor grado las regiones frontales anteriores derechas. De la misma forma, rasgos positivos como orgullo, entusiasmo y cortesía, más cercanos a la aproximación, mostraron mayor actividad en el lado izquierdo, justo lo contrario a cuando eran personas que se autodefinían con rasgos más negativos, como irritabilidad, culpabilidad, etc, en estos casos había un predominio de excitación en el lado derecho. 

Con estos hallazgos de localización anatómica tan precisa, cabe la pregunta de si es posible manipular estas regiones del cerebro para modificar la “personalidad” de una persona, estimular las zonas de “aproximación” e inhibir las de “retirada”, con carácter negativo. Parece que para algunos neurocientíficos, sí es posible. 

Emociones y condicionamiento clásico

No se puede hablar de las emociones sin hacer una referencia al condicionamiento clásico descrito inicialmente pro Iván Paulov. Los perros salivaban como respuesta a un acontecimiento asociado con la presentación de la comida. Paulov se dio cuenta de que reflejos como la salivación podían evocarse no solo con el estímulo adecuado sino también con acontecimientos asociados a estos estímulos inductores de reflejo. Investigaciones posteriores han demostrado que todas las respuestas emocionales se pueden provocar mediante condicionamiento. 

Los estímulos que están ligados a acontecimientos positivos o negativos por sí mismos, obtienen cualidades afectivas y provocan reacciones afectivas, positivas o negativas, según el caso. Si tenemos un accidente de coche, la próxima vez que subamos a un coche o que pasemos por la zona del accidente, notaremos una respuesta fisiológica de nerviosismo, es el condicionamiento clásico emocional. 

Los estudios de neuroimagen localizan el miedo, la sensación aversiva ante algo, en la amígdala (ver imagen más abajo). En pacientes con lesión bilateral de la amígdala, se conserva la memoria episódica pero no experimentan arousal. Ante la asociación de ver un punto azul y una descarga eléctrica, en un sujeto normal, cuando aparece el punto azul, se produce un incremento de arousal pero, en nuestro paciente con lesión de las amígdalas, sabía que después del punto azul venia la descarga (entendía el condicionamiento) pero, no registraron incrementos de arousal. Esto indica que las regiones temporales mediales (hipocampo) estaban bien y la amígdala mal, entendía el proceso pero era incapaz de reaccionar frente a él. La situación contraria se observó en un paciente que tenía una lesión en el hipocampo y la amígdala bien, tuvo un condicionamiento normal pero no pudo predecir la descarga al ver el punto azul.

sistema limbico

Estos resultados indican que hay, al menos, dos tipos de sistemas de aprendizaje que operan de forma independiente:

  1. Basado en el hipocampo, que media el aprendizaje acompañado de consciencia, sobre el que se construye la memoria declarativa.
  2. Basado en la amígdala, que se relaciona con las respuestas autónomas condicionadas, menos estudiado y cada vez con mayor significación.

Condicionamiento de valoración

Otra forma interesante de condicionamiento clásico es el que conocemos como “Condicionamiento de Valoración”, que se centra más en las preferencias aprendidas o actitudes, es decir, las respuestas subjetivas y emocionales que se adquieren mediante condicionamiento clásico.

El condicionamiento de valoración tiene mucha importancia en Marketing, asociamos un producto a una figura del deporte y lo compramos, no porque pensemos que con ese producto llegaremos a ser como ese deportista sino por el condicionamiento de valoración, porque admiro ese deportista y me identifico con lo que le gusta o porque el anuncio me parece, simplemente, muy perspicaz.

Condicionamiento instrumental

El componente emocional en el aprendizaje es algo que lo vemos continuamente, un ejemplo lo tenemos cuando ciertas acciones o estímulos se emparejan con recompensa o castigo, esto es lo que se conoce como “Condicionamiento Instrumental u Operante”.

El principio subyacente a este tipo de condicionamiento es que la frecuencia de una conducta o respuesta, aumentará o disminuirá dependiendo del resultado de dicha conducta, de si ésta causa recompensa o castigo. Si hacemos algo que se sigue de recompensa, tendemos a repetir esa conducta y si, por el contrario la respuesta es de castigo, tendemos a evitar esa conducta. 

La recompensa se relaciona con el neurotransmisor dopamina y con la región anatómica del cuerpo estriado, la “vía dopaminergíca mesolímbica” que une el área tegmental ventral y el haz medial del prosencéfalo, a nivel del mesencéfalo, con el cuerpo estriado, localizado en el prosencéfalo. Esta es la vía que se activa ante la expectativa de recompensa. Si se estimula el área tegmental ventral se produce una descarga de dopamina en el cuerpo estriado. Las drogas que bloquean la acción de la dopamina, afectan negativamente a la ejecución de tareas de aprendizaje en las que se da una recompensa (Steller 1984). 

Es interesante el hecho de que este mecanismo neural de la recompensa, responde a todo tipo de recompensas, tanto primarias como secundarias (Delgado 2000), sin olvidar que lo que puede ser una recompensa para una persona puede no serlo para otra. 

El condicionamiento instrumental requiere una acción que pueda ser reforzada. Es esta acción y el estímulo que la induce lo que adquiere un valor afectivo. Junto con la acción y el estímulo, el valor afectivo de otros estímulos asociados, pueden cambiar mediante condicionamiento clásico. Si tenemos recompensa, por ejemplo, al esnifar coca, se suele producir una asociación positiva con el lugar en que lo estamos haciendo, la gente con la que se comparte, etc, al condicionamiento instrumental de la droga se asocian valores afectivos positivos mediante condicionamiento clásico. Estos hallazgos han sido claves para el tratamiento de la drogadicción. 

¿Se puede aprender algo sin la participación de las emociones?

Tanto el condicionamiento clásico como el instrumental, dependen de una experiencia emocional para que tenga lugar el aprendizaje.

Hoy sabemos que hay otras formas de aprendizaje que no requieren experiencias emocionales directas, como los que están basadas en la instrucción y la observación.

Aprendizaje por instrucción

Un ejemplo lo tenemos en el miedo que todos sentimos a las bacterias, la mayoría de nosotros nunca las hemos visto pero nos han enseñado que pueden ser peligrosas para la salud, esto es una “aprendizaje por instrucción”. Esto nos lleva a que podemos aprender acerca del significado emocional mediante medios simbólicos como el lenguaje, que no es necesario experimentar directamente las emociones, tanto buenas como malas, aunque sigan vías diferentes. 

A este respecto se observó que la amígdala, clave en el condicionamiento aversivo, también tiene un papel fundamental en la experiencia fisiológica del aprendizaje del miedo por instrucción, lo cual indica que el factor emocional no hay que descartarlo del todo. 

Aprendizaje por observación

De la misma manera, el aprendizaje por observación, no necesariamente se basa en experiencias directas con consecuencias positivas o negativas.

El mero hecho de observar conductas que se siguen de una recompensa o un castigo, nos permite aprender de ellas. En estos casos intervienen las células en espejo, base de las conductas de aprendizaje por imitación (Rizzolatti, 1996), donde no solo se aprenden conductas motoras sino que también se asocian emociones, incluso se han identificado respuestas especulares para las emociones. 

Emoción y memoria declarativa

La memoria declarativa o a largo plazo, puede evocarse conscientemente y describirse a otras personas. Este tipo de memoria incluye:

  • La memoria episódica: Es la memoria de primera mano de nuestra historia pasada personal
  • La memoria semántica: Es lo que sabemos acerca de los objetos y los acontecimientos del mundo.

Ambas formas de memoria pueden ser influidas por diversos aspectos de la emoción.

Emociones que se prolongan en el tiempo y el cerebro

Muchas veces nos preguntamos por qué hechos del pasado que fueron muy negativos siguen muy presentes en nuestra memoria, cuando lo que nos gustaría es que desaparecieran de nuestro recuerdo para siempre. La respuesta es que cuando se dieron esos hechos se acompañaron de un arousal muy alto y eso ayudo a fijarlos en nuestra memoria con fuertes lazos. 

Arousal emocional

El arousal emocional potencia el recuerdo y esto se debe a que la amígdala juega un papel decisivo en la adquisición y manifestación del condicionamiento aversivo, tendría un papel secundario pero muy importante en la memoria. Los estudios de laboratorio muestran un paralelismo entre la activación de la amígdala y el grado de recuerdo en el tiempo. Esto pone de manifiesto que la amígdala influye en la memoria declarativa de acontecimientos emocionales, actuaria sobre el hipocampo que es donde se consolida esta última. 

La consolidación en el hipocampo es un proceso lento pero, diversos estudios ponen de manifiesto como el alto grado de arousal que se da en algunas situaciones con elevada carga emocional, aceleran este proceso de consolidación, gracias a la acción de la amígdala. Los estudios en este campo demuestran que la amígdala tiene esta función moduladora con la mediación del sistema Beta-adrenérgico. Los beta-bloqueantes tienden a disminuir el arousal sobre la memoria declarativa y esto podría tener como consecuencia, el reducir la eficacia del aprendizaje, aunque para otros autores tendría un efecto inverso, al reducirse el arousal permite que la consolidación dure más tiempo y con ello se consigue un mejor grado de memoria. 

Siguiendo en esta línea se vio que el olvido también se relaciona con la actividad de la amígdala. En los casos en que la memoria declarativa se asoció a un factor emocional, el olvido fue más lento que en los casos neutros donde no se acompañó el estímulo con activación emocional de la amígdala. 

Un cierto grado de arousal ayuda a consolidar la memoria pero, cuando alcanza valores muy elevados, como en situaciones de estrés, se produce un efecto negativo, perjudicando a las tareas de memoria. La relación del arousal y la memoria se describe con una curva en forma de U invertida.

Arousal y estrés

Este efecto negativo del estrés se debe a los cambios hormonales que se producen a largo plazo. El estrés produce un incremento de glucocorticoides que conducen a una reducción en la frecuencia de disparo de las neuronas hipocámpicas, disminuyendo la eficacia de la memoria. Esta situación, si es muy prolongada, puede conducir a la atrofia del hipocampo.

El estado de ánimo también es un factor que influye en la memoria. Cuando estamos en un estado de ánimo negativo, se recuerdan acontecimientos negativos, mientras que ante un estado de ánimo positivo, los recuerdos son mayoritariamente positivos y agradables, es lo que se conoce como “efecto de memoria congruente con el estado de ánimo”. 

Como acabamos de ver, las emociones influyen de forma muy directa sobre la memoria y el aprendizaje algo que los docentes no han utilizado todavía. Creo que ya va siendo hora de que los docentes tengan información sobre estos hechos, para intentar buscar de qué forma se puede facilitar el aprendizaje, especialmente en primaria y secundaria. 

Emoción, atención y percepción visual

La emoción puede influir en la atención y en el procesamiento perceptivo de diferentes modos. La emoción capta nuestra atención y hace difícil responder a estímulos no emocionales. En una versión del test de Stroop en el que las palabras se combinan con colores pero se modifican algunas de ellas dándoles carácter emocional: cáncer, violación, etc, frente a otras neutras como, silla, cuadro. Se observó que el reconocimiento del color era más complicado en las cartas con palabras con carga emotiva, eran palabras más difíciles de ignorar. 

Posner (1980) fue un poco más allá y demostró que las emociones contribuyen a mantener la atención más que a atraerla. La emoción hace que sea màs difícil desligarnos del foco atencional. 

Visión y emoción

Se ha visto que en determinadas tareas, como la búsqueda de objetos o figuras con cierta carga emocional, especialmente si es negativa, el tiempo invertido es inferior que en los casos en los que los objetos tienen un carácter neutro. Cuando se produce el fenómeno facilitador por la emoción, se activa la amígdala y se comprobó que la facilitación atencional se sigue dando en otras actividades, siempre que se asocien con activación de la amígdala. 

Todo esto llevó a la idea ya propuesta por Wundt en 1907, de que los estímulos emocionales se procesan de forma casi automática, requiriendo menos recursos cognitivos que otros tipos de estímulos, es lo que denominó la “hipótesis de la primacía efectiva”. Los mecanismos responsables de estos hechos todavía no están del todo claros. Se ha estudiado cómo la amígdala interactúa con los otros mecanismos de atención y percepción. Una primera explicación sería la que defiende que el aprendizaje altera la representación cortical real de los estímulos emocionales para permitir un aumento de la percepción de los sucesos emotivos. Una segunda explicación es la que propone una modulación más rápida y transitoria del procesamiento perceptivo. 

Existen conexiones bidireccionales entre la amígdala y las regiones corticales de procesamiento sensitivo, como la corteza visual (Amaral 1992). Se ha planteado la hipótesis de que si un estímulo se acompaña de cierta carga emocional, la activación de la amígdala en esa fase inicial de su procesamiento, proporcionaría una rápida retroalimentación a las áreas corticales sensitivas del cerebro, reforzando así los procesos de atención y percepción posteriores. 

Relación entre emoción y corteza visual

Los estudios de neuroimagen muestran como en situaciones de carga emocional se detecta mayor actividad en la corteza visual (Morris 1998). Esto mismo se produjo con estímulos auditivos. Se ha interpretado como que la activación de la amígdala mejoraría las condiciones sensitivas haciendo mejorar las condiciones de vigilancia ante un posible ataque o fenómeno negativo que pudiera perjudicarnos, sería como un mecanismo de defensa. 

Otros estudios demuestran claramente como esta vía, influida por la amígdala, mejora la visión, especialmente la sensibilidad al contraste (Carrasco 2004) y, muy especialmente la vía refleja motora guiada por la visión. Si estamos en el campo, por ejemplo buscando robellones y al meter la mano bajo un arbusto vemos algo parecido a una serpiente, en la mayoría de casos, apartaremos la mano a una velocidad mayor de lo normal, eso se debe a que la imagen de la serpiente llega al tálamo y desde aquí sale en dos direcciones, una hacia las áreas corticales occipitales de la visión, y otra hacia la amígdala (figura).

El procesamiento en las áreas occipitales requiere más tiempo, es un proceso consciente, mientras que la llegada a la amígdala desencadena una respuesta inconsciente, casi inmediata, sobre áreas motoras responsables de la retirada de la mano. Actualmente se está trabajando con deportistas de elite el efecto de las emociones en su rendimiento, cómo mejorar los resultados mediante la mediación de estímulos con carga emotiva. En el campo de la visión se ha avanzado mucho y podemos conseguir, por ejemplo, que un tenista mejore la devolución de un saque que va a más de 200 Km/h, mediante la mejora de la capacidad perceptiva de la visión dinámica, con ejercicios donde se busca la activación de la amígdala.

emocion y vision

En el próximo capítulo abordaremos el tema de la toma de decisiones. Quién no ha dudado a la hora de decidirse por algo y qué es lo que nos llevó a inclinarnos por aquello en concreto, cómo influyen los estímulos visuales. Realmente un tema muy interesante. 

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Emociones cognitivas
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Hablamos sobre las emociones cognitivas y su relación con el cerebro, la memoria y la vista. Esta es una entrada de la serie qué vemos y cómo vemos.
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